Este blog es solamente para posteaor textos varios para compartir, no es producción original jeje

Crisis en Honduras: un golpe a la democracia y responsabilidades compartidas

La ultrederecha honduraña volvió a sacar a los miltatres como en la década de los 80, con la excusa de que la democracia está amenazado por el “gobierno chavista y orteguista” de Manuel Zelaya. Culmina así un pulso entre cúpulas legislativas, juduaciales y militares y el Ejecutivo en torno a la cunsulta para la realización de una asamblea constituyente.
¿Cuál es el telón de fondo de este pugilato que desencadé este golpe?
Honduras se ubica en el corazón de Centroamerica, cun una población un poco superior a los 7 millones de habitantes mayoritariamente jóvenes.
Su gobierno está constituido por un Congreso Nacional de 128 Diputados electos por cada uno de los 18 departamentos en que está dividido el país, según la concentración poblacional. El Poder Ejecutivo lo dirige el Presidente de la República que es electo cada cuatro años en comicios directos, al igual que Diputados y Alcaldes. El Presidente nombra los Secretarios de Estado. El gobierno se lo turnan desde hace cien años los dos partidos tradicionales, Liberal y Nacional.
La actual Constitución de la República fue aprobada en 1982, a través de una Asamblea Nacional Constituyente después de décadas de gobiernos y golpes militares. Es decir tenemos 27 años de democracia formal.
Contexto
Desde hace varios meses el presidente Manuel Zelaya planteo la realización de una consulta popular para fines de junio en la que se preguntaría a los hondureños y hondureñas si esta de acuerdo que en las elecciones generales de noviembre de 2009 se instale una cuarta urna para decidir sobre la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente que apruebe una Constitución politica.
Entre los cuestionamientos que se hacen son sus intenciones de perpetuarse en el poder mediante la reformas a articulos petreos de la Constitución de la Republica que se refieren al impedimiento de la reelección presidencial y que aparece en sus discursos cuando ha manifestado que el tema de la releccón presidencial será tema de la próxima Asamblea Nacional constituyente asi como la revocatoria del mandato presidencial, figura que no existe en la Constitución.
En las horas de la tarde del viernes trascendió la publicación de un nuevo decreto en la que el presidente de manera explicita hace el llamado de una ENCUESTA DE OPINION CONVOCATORIA A ASAMBLEA NACIONAL CONSTITUYENTE.
Los juristas incluso representantes de OEA afirman que esta encuesta no es vinculante, no tiene carácter de obligatoria sea los resultados le fuese favorables al sí. El Congreso Nacional quien tendría que aprobar o no la convocatoria a la Asamblea Nacional Constituyente y es donde tiene el conflicto más serio frente a la oposición de la mayoria de las bancadas de diputados incluyendo los miembros de su propio partido y el presidente del Congreso Nacional
El miércoles pasado el presidente Mel Zelaya destituyo el jefe de las Fuerzas Armadas por negarse a dar su apoyo para la realización de la consulta, todo lo concerniente a la parte logistica, movilización de urnas, resguardo del material y seguridad antes y durante el proceso.
Eso provocó conmoción en la población de la población porque con la destitución del jefe de las fuerzas Armadas renunciaron en solidaridad tres comandantes de fuerzas militares, ejército, area y naval.
Los días siguientes el Congreso Nacional se realizaron reuniones de emergencia, incluso se dice que diputados de su propio partido se quedaron con el decreto que buscaba la destitución del presidente pero que las Fuerzas Armadas se negaron a respaldar, porque en todo caso de asumir el gobierno serían ellos y no el presidente del Congreso Nacional, Roberto Michelety. El fantasma de un posible golpe de estado viene sonando desde unas tres semanas en Honduras.
¿Que es lo que ho provocado la reacción de la derecha y el entusiasmo de gran parte de la población?
El discurso de cambio y transformación, las ansias del pueblo de derrocar a los poderosos, acabar con los poderes facticos, la Adhesión de Honduras el proyecto de la Alternativa Bolivarina para las Americas, LABA, su visitas a Cuba y Fidel Castro, su cercania con Chavez, Evo, Correa, y a partir de este año el incremento del salario minimo para los trabajdores/as de casi un 60 por ciento.
El nuevo gobierno de Manuel Zelaya Rosales, que asumió hace tres años, ha mantienido las mismas políticas neoliberales impulsadas por los gobiernos que le antecedieron. Los intereses de la inversión privada están ahora en la apropiación de los ríos para construir represas, las fuentes de agua potable, mega proyectos turísticos, las telecomunicaciones, los bosques nacionales, la explotación minera que tiene en concesión un tercio del territorio nacional y la ampliación de la maquila.
El pueblo hondureño ha manifestado deseos de cambio. Ve con simpatias los gobiernos del sur que han adoptado medidas para enfrentar a los poderosos internos y a las trasnacionales.
Sin embargo, no se cuenta con la capacidad de movilización que pueda hacer retroceder a una derecha que hasta ahora comtrola la mayor parte de los organismos gubernamentales. Mel zelaya está practicamente solo.
En muchos sectores progresistas de la población que en otros momentos han estado decididamente en la lucha contra los grupos de poder, desconfían de las propuestas de Zelaya porque su movimiento es dirigido por los funcionarios de gobierno la mayoría de ellos implicados en prácticas de corrupción y reconocidos militantes de los movimientos más derechistas del país.
Aunque parezca extremo, Mel Zelaya hace un planteamiento de izquierda, como firmar el ALBA o reformar la constitución, pero lo administran o impulsan los sectores de derecha que controlan el gobierno. El movimiento popular ha sido la tabla de salvación de Zelaya cuando ha quedado solo, abandonado por su propio partido y en las últimas horas hasta por el jefe de las fuerzas armadas.
Pero Zelaya tiene al movimiento popular como su apoyo, su colaborarador, y mantinene en la conducción de su grupo a los derechistas.
El partido liberal tiene una larga historia de discursos revolucionarios, llamados a la lucha y hasta la insurrección que luego terminan en traición. No sería extraño que Zelaya y su pequeño grupo entre en arreglos con el sector de la clase dominante con quienes en verdad no ha entrado en pleitos de profundidad.
Las demandas de la Coordinadora Nacional de Resistencia Popular, espacio que aglutina a las mas importantes fuerzas sociales del todo el país no han sido escuchadas por Zelaya.
Mel Zelaya no es ningun dirigente de izquierda, algunos de su círculo mas cercano quizas todavía tenga las intenciones de cuando fueron militantes de izquierda. Todo el tiempo atras en su gobierno no confió en el movimiento popular si no en el respaldo de las Fuerzas Armadas a quienes otorgó múltiples privilegios.
El ha favorecido economicamente a quienes ahora le adversan desde el Congreso nacional y otras instancias de gobierno. Es una pieza de la burguesía que goza aun del agrado del embajador gringo. Este fue el que en definitiva calmó los animos en el Congreso Nacional para que no efectuaran el golpe técnico el recien pasado jueves de esta semana.
Lo interesantes es que se ha abierto un debate sobre el derecho del pueblo a opinar, a proponer una sociedad diferente. Lástima que en manos de Zelaya y su grupo eso no tiene mayores posibilidades, porque no es lo que quieren y aunque lo quisieran no tienen la fuerza para lograrlo.
La tarea para la izquierda en Honduras es organizar al pueblo. Menos del 4 por ciento de los obreros estan organizados y los demás sectores no están en mejores condiciones. Hemos avanzado en los ultimos cinco años, pero la verdad estamos muy lejos de estar listos para desafiar a la derecha que se siente amenazada con los triunfos en los paises vecinos.
Para cambiar la sociedad hace falta más que deseos. Hay que tener la fuerza para hacerlo. Objetivamente ahora no la tenemos. Pero estamos en la disposicion de trabajar para construirla desde el pueblo, no alrededor de Mel Zelaya.
La burguesia se ha reagrupado a los sectores más conservadores, incluso aquellos que dirigieron la represión en los ochenta. Los luchadores populares estamos ante la posibilidad de represión directa, un compañero fue acribillado de cuarenta balazos de los cuales cinco le impactaron y ahora está practicamente muerto en una clinica.
Necesitamos la solidaridad internacional, pero esta debe ser para el pueblo, no para Mel Zelaya, quien más temprano que tarde entrará en arreglos con sus grupos de poder amigos, aunque mantenga el discurso de izquierda en los foros internacionales.
Los sectores progresistas independientes de Honduras jamás se sumarán a un golpe de estado pero señalan la responsabilidad de Zelaya y sus seguidores de haber levado la polarización al punto de ruptura, a pesar de los reiterados llamamientos al diálogo nacional.
Estos sectores han denunciado que “Mel y su cuarta urna no es más que un proyecto personal acompañado por gente de la vieja izquierda que, valoran la coyuntura como una situación revolucionaria que no se puede desperdiciar”
Mel y su grupo no han hecho nada diferente a otros grupos en el poder de Honduras, salvo sus poses izquierdistas. Es cierto que la ultraderecha se siente amenazada y ha salido con uñas y dientes a defender el sistema "democrático", pero detrás del ropaje ideológico se esconde la pugna entre intereses económicos en pos del botín por el erario público, las licitaciones de obras, las consecones para la explotación de recursos, etc.

Hacia una verdadera Transformación Nacional

Ante la grave situación que vive el país, representantes de diferentes organizaciones sociales, y ciudadanos y ciudadanas constituidos en un espacio cívico de reflexión y acción, en el pleno ejercicio de nuestro derecho a la libertad de expresión y comprometidos con una democracia participativa, nos pronunciamos de la siguiente manera:

Hacemos nuestra la preocupación de diferentes sectores por la grave situación –en algunos casos pandémica– que afecta a la mayoría del pueblo hondureño en los campos de la salud, educación, economía, política, justicia y la seguridad ciudadana, con crímenes, secuestros, narcotráfico y otras formas de abuso y crueldad que reflejan la descomposición moral y ética que parece tocar fondo, y que tiene profundas raíces históricas. Ante ello, como lo señaló un reciente comunicado de la Comisión Nacional de Pastoral: “Todos nos sentimos responsables y urgidos de realizar cambios sustanciales en nuestra sociedad”.
La preocupación es mayor si tomamos en cuenta que los principales efectos de la crisis económica y financiera mundial impactarán con mayor rigor en Honduras y presagian para 2010 una profundización de la crisis económica, mayor desempleo y pobreza. El panorama se agrava con el aumento de la deuda externa e interna y la ausencia de un Presupuesto Nacional consensuado y concebido como instrumento de desarrollo.
Alarma la grave consecuencia que traerá a nuestro país la supuesta defensa de la institucionalidad y la democracia que hacen los grupos de poder, a partir del desmontaje de la institucionalidad y de la propia democracia, entendida como instrumento y no como un fin. Resulta contradictorio que, en aras de alcanzar legitimidad, el conflicto actual se genere a partir de una creciente ilegitimidad.
Hay temas claves sobre los cuales pensar, proponer y ejecutar acciones. Sin embargo, la agenda nacional, inducida desde Casa Presidencial, la Cámara Legislativa y otros sectores de poder es distinta y manipulada.
Un ejemplo de lo anterior es la acción tardía, incompleta y carente de participación y consulta ciudadana alrededor de la reglamentación de las figuras del Plebiscito y el Referendo.
Este momento tan crítico

Crisis de liderazgo. Honduras vive un intenso período de expectativas y confrontaciones. Las elecciones internas y primarias de los partidos Liberal y Nacional (noviembre, 2008) no aportaron estabilidad al panorama político, sino incertidumbre. Esto confirma que la crisis de liderazgo no desaparece con las campañas presidenciales, sino que se acentúa, en el marco de un creciente agotamiento del modelo político, económico y social iniciado en 1982. En este vacío de liderazgo es que aparece la figura del actual Presidente de la República, promoviendo la cuarta urna y la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente, logrando así captar la atención de muchos sectores y la oposición de otros.

En esta coyuntura, el movimiento social y popular se caracteriza porque, ante el proyecto del gobierno, no duda, no hace preguntas, no cuestiona. Aparece como débil y carente de propuesta propia, facilitando así al gobierno la tarea de tejer una nueva red clientelista que arrastra a otros dirigentes sociales. Todo indica que estamos en una nueva campaña electoral donde la propuesta de una nueva Constitución se convierte en la única solución a los problemas nacionales.

La Administración del Presidente Manuel Zelaya, cuestionada fuertemente por realizar una gestión pública ineficiente y plagada de denuncias de corrupción, propone una nueva Constituyente como una medida para continuar en el poder y eliminar toda responsabilidad histórica por su mala administración. Para el grupo de gobierno es claro que la única posibilidad de que sus planes persistan es conservando el poder, aunque en ese intento se destruya la escasa institucionalidad pública.

En ese sentido, desde Casa Presidencial se multiplican los esfuerzos por buscar alianzas y pactos políticos para ganar legitimidad y consenso, como la realizada con las Fuerzas Armadas, sin que se sepa aún cuál será el costo democrático de esa y otras iniciativas que representan un retroceso respecto a lo ganado por la sociedad civil en los últimos años.

Frente a la amnesia histórica

Es evidente que los cambios políticos que se han operado en Honduras desde la década de 1980 respondieron más a una restauración del bipartidismo político que a una auténtica transición a la democracia. No fue un Estado de Derecho el que se pretendió construir, sino un Estado patrimonial y clientelista.

La transición política de ese tiempo no tuvo como fuerza motriz una voluntad ciudadana consciente de las metas y objetivos que Honduras debía seguir en una época de pleno conflicto centroamericano. Sin embargo, representó una ruptura importante con el pasado militarista y dejó una Constitución Política que reflejó las negociaciones y los intereses de poder de su época. El contenido de esa Constitución pudo haber sido mejor o peor en términos de derechos ciudadanos, pero poco importaba puesto que, en manos de la clase política tradicional –la que sigue en el poder– la intención real nunca fue respetarla.

Ahora que se plantea un nuevo texto constitucional y se habla de una “refundación” de Honduras, cabe preguntar: ¿Se busca una nueva ruptura política que nos lleve a profundas transformaciones estructurales o sólo es otra forma de perpetuar un gastado bipartidismo? Esto último, infortunadamente, parece ser lo más probable, porque la sustitución de una Constitución por otra, como una acción mecánica y repetitiva, no produce cambios fundamentales en una sociedad, como lo demuestra la historia hondureña.

En esta discusión nacional se habla poco de la democracia como instrumento para transformar la sociedad y la cultura, sin recurrir a los golpes de Estado, en sus viejas y nuevas modalidades, ni a la toma de decisiones a espaldas de la ciudadanía. Es importante reflexionar en torno a otros valores que sustentan la democracia, entre ellos contar con una oposición beligerante, una ciudadanía activa y vigilante, y la necesidad de una reforma política y electoral con amplio sentido de territorialidad y descentralización. Por eso, es urgente democratizar nuestra sociedad para superar el enorme grado de desigualdad, impunidad e injusticia que hoy prevalece.

Por una ruptura real

Sostenemos que la única propuesta de cambio a la altura de los retos actuales es aquella que produzca una ruptura fundamental con la concepción que ha convertido al Estado, los bienes y la riqueza nacional en patrimonio de unos pocos, que durante décadas han boicoteado todo avance hacia una democracia social, política, económica y cultural que debe satisfacer las expectativas de igualdad, justicia y modernidad que las viejas y las nuevas generaciones exigen con todo derecho.

Elevar la democracia social, política, económica y cultural no será posible si la ciudadanía organizada se convierte en comparsa de quienes han hecho de la gestión pública un medio de enriquecimiento ilícito, de protección de la impunidad, y han desacreditado la política como una función pública al servicio del bienestar y el progreso social. Y eso va tanto para quienes sorpresivamente se declaran “comandantes” del cambio, como para aquéllos que se califican como abanderados o “próceres” de una Constitución y de una democracia que han irrespetado siempre.

Nuestra posición es clara

El elemento central que motiva nuestra posición crítica e independiente es la falta de credibilidad que afecta a la mayoría de quienes hoy se critican y acusan mutuamente. ¿Cómo creer en aquellos que defienden la actual Constitución o que proclaman la necesidad de una nueva Constitución, si tantos los unos como los otros han demostrado y demuestran que las leyes no les importan?, ¿Cómo creer en la defensa que ambos sectores hacen de la democracia, si lo que han creado es un Estado patrimonial, clientelista y corrupto?

En ese sentido, señalamos:

Frente a la falsa polarización existente entre los que defienden la actual Constitución y quienes pugnan por una nueva, llamamos a la ciudadanía a no desperdiciar esta coyuntura histórica de crisis del bipartidismo y a crear una tercera corriente de opinión pública e incidencia política a favor de un cambio social a fondo en las formas de participación y de construcción de la democracia en nuestra sociedad.
No respaldamos el proceso de la “cuarta urna” tal como está planteada ahora por la falta de credibilidad de los convocantes y la poca claridad respecto de los verdaderos propósitos que encierra. De hecho, advertimos que existe una sensación de riesgo de que la ya endeble institucionalidad se quiebre y que los resultados de la denominada “encuesta” del 28 de junio se manipulen en esa dirección. La desconfianza nacional persiste porque no hay signos claros que la despejen.
Rechazamos la actual manipulación oficial de que es víctima el movimiento social y popular hondureño, que evidencia que la crisis de liderazgo está presente tanto en las estructuras de poder como en la denominada “oposición”, cualquiera sea su signo.
Reiteramos que en cuestionar las formas elitistas de administración del poder se hayan las respuestas a los retos que hoy reconocemos como enormes; y a la esperanza de mejora de la calidad de vida de las mayorías de nuestra sociedad. Esa elite, que se entiende y pacta muy bien entre sí, es la que más ha contribuido a separar la justicia del poder porque, aunque ahora se niegue esta responsabilidad, todo poder legítimo está obligado a crear las condiciones necesarias para la aplicación de la justicia, la igualdad proclamada por la ley, el bienestar y la felicidad pública.
Enfatizamos

Si la transformación democrática de Honduras requiere la aprobación de una nueva Constitución de la República, entonces se podría respaldar esa iniciativa, pero no si surge de la inseguridad política, social, judicial y económica vigente. No si es convocada por poderes corruptos o por los mismos que han violentado una y otra vez la Constitución actual. No si la manipulación sustituye al debate y al entendimiento. No si continuamos con las viejas formas de negociación, por debajo de la mesa, para reglamentar figuras como el Plebiscito y el Referendo.

El cambio no debe ser para no cambiar nada o para revitalizar a un bipartidismo agotado por sus propios vicios y abusos. Tampoco debe apoyarse a quienes encubren en su defensa de la Constitución a los responsables directos o indirectos de esta Honduras tan vulnerable, desigual, injusta y violenta.

El cambio real, el que demanda la mayoría del pueblo, no tiene una solución única. Por eso se requiere priorizar la construcción colectiva de escenarios de desarrollo a lo largo y ancho del país, más allá de intereses momentáneos e individuales. Demanda capacidad para organizarnos, atender nuestros deberes y reclamar nuestros derechos.

El principio que nos debe orientar es que todo poder público procede del pueblo y se instituye para beneficio de éste, no de las elites privilegiadas o aquellas que buscan la impunidad.

Sabemos y reconocemos que en esta coyuntura priva una gran confusión, y que muchas personas honestas tienen una genuina preocupación por el futuro de nuestra nación. A ellos y ellas nos unimos para no claudicar en la defensa de los principios éticos y morales y para defender la libertad de expresión y pensamiento, en procura del fortalecimiento de la institucionalidad y el Estado de Derecho, por una democracia real.

Tegucigalpa, M.D.C. Honduras, 17 de junio de 2009

Foro Social de la Deuda Externa, FOSDEH

Pastoral Social CARITAS

Equipo de Reflexión, Investigación y Comunicación de la Compañía de Jesús, ERIC-SJ

COMUNICA

CEHPRODEC

ADECOH

FUNDEMUN

Fundación Luz

CASM

Familia Torres Funes

Thelma Mejía

Matías Funes

Marvin Barahona

Isolda Arita

Héctor Hernández

Efraín Díaz Arrivillaga

Edgardo Rodríguez

Padre Marcos R. Alvarado

Tercera posición

Compañeras y compañeros

El golpe militar contra el presidente constitucional de Honduras Manuel Zelaya, indudablemente representa un retroceso político a la década de los 80 y un triunfo coyuntural para la ultraderecha que aleja y posterga nuevamente la modernización del Estado hondureño y el avance democrático en el país.
Sin embargo, las cosas no son blanco y negro y hay una tercera posición dentro del país centroamericano que quiero compartirles, aunque suene disonante con las reacciones internacionales en torno a este golpe. Según esta posición, la polarización del país es en parte inducida por Mel y sus allegados, suponiendo un masivo apoyo popular, la obediencia del ejército y e última instancia el respando internacional.
Ese apoyo masivo no se ha dado, salvo un sector del moviemnto social que ha mantenido con él una relación clientelar, el ejército desobedeció y sólo le queda el respalndo internacional.
Internamente la relación de fuerzas no le ha sido favorable, entre otras cosas porque para importantes sectores de la población, nada ha cambiado desde que llegó Mel a la fecha, salvo el discurso izquierdista y la posición por ALBA y el ingreso a Petrocaribe. Quienes sostienen esa posición consideran "maniqueismo" considerar que un gobierno es popular y democrático por que su presidente sale en la foto con Chávez y por que habla en contra de una burgesía de la que él y su familia son parte.

Adjunto un pronunciamiento de organizaciones sociales pervio al golpe donde se analiza concienzudamente la situación del país.

Para tener acceso a fuentes directas les sugiero llamar en Honduras, al Doctor Matías Funes teléfono 2286054, a la directora de la Editorial Guaymuras, Isola Arita 2383401 o 33633352, o a peridistas independientes como Thelma Mejía 99624248, Manuel Torres 33465565.